martes, 16 de junio de 2015

Reseña de La casa de las flores muertas, de Jane Kelder.

 ¡Ya tenía ganas de leer la última novela de Jane Kelder! Le eché el guante en cuanto fue publicada. Las expectaciones que tenía con esta historia, después de leer Hillock Park, se han cumplido: es una preciosidad.



En primer lugar las descripciones y la ambientación, las cuales transcurren en su mayor parte en Inglaterra pero hay continuas referencias a la situación Europea y más concretamente a la historia de las Islas Baleares. Esto último me ha resultado muy curioso. Pero son los datos que como hilos tejez un tapiz, las referencias a sucesos de gran relevancia y otros más mundanos, los que construyen una atmósfera realmente evocadora. Parece que estés allí: desde los puertos de la pérfida Albion hasta las mansiones diseminadas por la campiña inglesa decimonónica.

Pero sin duda, los personajes son los que hacen una gran historia. Todos están muy bien definidos, con sus diferentes personalidades y sus objetivos, que es lo que realmente los hace solidos. Los dialogos tambien me han parecido muy naturales, lo cual siempre es de agradecer en una novela de época. No por recrear tiempos pasados tiene todo el mundo que declamar en vez de hablar como literatos. Y me refiero a un amplio espectro de personajes (desde los villanos, los humildes habitantes de las villanías, no los malvados, hasta los nobles de rancios abolengo). Esto hace muy asequible y fluida la historia, lo cual permite seguir el argumento con facilidad.

Sin revelar nada diré que Julia Banister es del estilo de mis personajes femeninos favoritos, fuerte pero tierna (lo que en anime se conoce como Tsundere), y el señor Tash, pues... es Tash. Es atento, responsable, bien parecido, detallista... ostras, que es un portento de hombre, pero bien masculino, a veces impetuoso, y nadie más se merece y es merecedor de Julia.

A parte de la pareja principal, hay un variado elenco: desde encantadores y otoñales lores enamorados de la astronomía; videntes afrancesadas (que no francesas); y amigas de todas las clases, de las que dan ganas de comérselas a besos, y de las que dan ganas de arrojarlas una temporada al Castillo de If, a la Bastilla o la Torre de Londres.
 
En resumen: una lectura maravillosa.

Bali.