Si hay algo
que levanta pasiones, son las historias de siempre, las que nos hacen vibrar,
pero con un giro de tuerca que también sorprenda. Un soplo de aire fresco que,
como una ventana al abrirse, elimine el aire a menudo viciado por los clichés.
Portada de la novela |
Imaginad el Cluedo, el popular juego de mesa que despertaba las ansias detectivescas del más timorato. ¿Lo tenéis? Pues ahora imaginad lo mismo en clave victoriana, en un pueblecito apartado de la campiña inglesa. Mayordomos, amas de llaves, médicos y criados son sustituidos por un elenco rural al más puro estilo británico: lores, nuevos ricos, funcionarios del gobierno y de la policía e incluso periodistas.
Booktrailer
Todo esto
con el decoro, la corrección en el lenguaje y la compostura propios de este
género; una dificultad añadida digna de mención y cuyos méritos recaen en la
autora, pues no es fácil llevar de la mano a dos géneros que hasta ahora muchos
podrían tomar por indisolubles. Pero es que también hila Jane Kelder una
preciosa relación romántica (y dos, pero no quiero spoilear), así como
historias de superación personal y familiar.
Como
siempre, es digno de mención una vez más el buen hacer de la autora en materia
de documentación histórica. Te transporta a la época gracias a la mención bien dosificada
de efemérides reales, guiños a la situación económica (que en varias cosas
recuerda a la actual), así como pinceladas de tipo artístico y cultural. No en
vano, el título hace referencia a un tema que marca el ritmo de la narración
como una melodía de fondo: la música. Y esto también es un valor añadido para
quienes adoren ese mundo.
En
resumidas cuentas, creo que es un acierto y una apuesta valiente haber
fusionado estos dos géneros en forma de una historia amena y preciosa. Os
encantará inmiscuiros en el misterio de Horston y sus moradores. Que nadie tema
un stacatto de crímenes dividido por
compases de silencios tensos y miradas acusadoras; la trama, de índole sobre
todo romántica y costumbrista, se desarrolla con la dulzura y el ritmo pausado
de los adagios.
Bali
Rosenqvist
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